¿Y EL CAMBIO CLIMÁTICO QUÉ?

PANORAMICA QUITO 7 LAC

¡Hola a todos! A los tiempos que vuelvo a mi blog, lamento haberlos abandonado unos meses, a veces quisiera tener más tiempo para esta tarea de escribir que tanto extraño.

Quiero contarles algo que ya sabemos pero que solemos olvidar o lo ignoramos para no tener más preocupaciones en nuestra ya problemática vida cotidiana. Los autos, buses y todo tipo de transporte motorizado, contaminan. Y no sólo contaminan nuestro aire al producir gases de efecto invernadero, sino que esos gases, también son cancerígenos.[1]

La semana pasada leí una noticia que lamentablemente pasó desapercibida. El gobierno de Rafael Correa anunció la extensión, hasta mayo de 2017, de la reducción del octanaje de la gasolina que aprobó en el 2014 a pretexto de la paralización de la Refinería de Esmeraldas.

Según la norma INEN, referente a la calidad de los combustibles, el octanaje de las gasolinas que se expenden en Ecuador debe ser de 87 octanos para la Extra y 92 para la Súper. Con la medida aprobada en 2014 y ahora extendida a mayo de 2017, la calidad baja en 2 octanos. Y si bien el Gobierno y expertos en automotores señalan que esta reducción no afectaría significativamente a los vehículos, yo considero que también debemos preguntarnos, ¿cuál es la calidad del aire que respiramos? ¿Estamos efectivamente cumpliendo con nuestras metas de país de reducir emisiones de dióxido de carbono para luchar contra el cambio climático?

Uno de los efectos de la baja de octanaje es la pérdida de potencia de los vehículos, es decir que los vehículos deben consumir más gasolina para rendir los mismos kilómetros recorridos. A mayor consumo de gasolina, mayor consumo de azufre, mayores emisiones al aire y por tanto mayor contaminación. Las matemáticas son simples.

Y no sólo la gasolina de menor calidad es un problema, el diésel también. La norma INEN a este respecto ha aprobado un diésel de hasta 500 ppm (partículas por millón de azufre) y en Quito estamos recibiendo diésel de alrededor de 250 ppm que si bien está por debajo de la norma, está muy lejos de lo óptimo que es 10 ppm. Por ejemplo, en ciudades donde la calidad de diésel es mayor, se pueden adquirir buses de tecnologías más limpias. En Quito, por la calidad del diésel sólo podemos adquirir buses de tecnología Euro 3 cuando ya existe la Euro 6.[2]

De acuerdo a la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito, la huella de carbono de nuestra capital es de 5,1 millones de toneladas de dióxido de carbono, siendo el sector del transporte el responsable del 56% de estas emisiones. Quito, además, está por encima del promedio de otras ciudades a nivel nacional.[3]

Recientemente, el Ecuador formó parte de la XXI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático donde se suscribió un acuerdo global (Acuerdo de Paris)[4] por el cual los Estados se comprometen a reducir sus emisiones de carbono lo antes posible y hacer todo lo posible para mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 grados centígrados.

¿Cómo vamos a cumplir esta meta si en la bonanza más grande de nuestra historia no hicimos nada para garantizar una mejor calidad de gasolina y diésel? Aún seguimos importando combustibles y como ahora nos resulta tan caro, entonces extendemos la norma para bajar la calidad. Durante estos años se pudo haber sincerado el costo de los combustibles con una política de focalizar los subsidios y mejorar la calidad, paulatinamente, sin que implique un shock para los bolsillos de las familias ecuatorianas. Pero el populismo y la demagogia valen más que el aire que respiramos.

Las ciudades somos las principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, sin embargo contamos con muy pocas herramientas para cambiar lo que verdaderamente hará que contribuyamos a reducir el calentamiento global y cuidar nuestro hogar; la política de subsidio de los hidrocarburos. Los municipios debemos hacer nuestra parte, comprar buses de tecnologías más limpias, proteger y ampliar áreas de protección ecológica, regular el uso del suelo para evitar la expansión de la frontera urbana, entre otras. Pero quiero insistir, si el 56% de las emisiones provienen de los vehículos, es en la política de hidrocarburos donde está el asunto medular para lograr cambios reales y sustanciales.

Ahora que estamos en año electoral, las ciudades debemos alzar nuestra voz para exigir a los candidatos propuestas serias para enfrentar el cambio climático y para fortalecer a los gobiernos locales en su accionar. Quito debe liderar este debate.

Como Concejala y quiteña, quiero plantearles que como ciudad asumamos la responsabilidad de exigir posturas serias y medidas puntuales al gobierno actual y a quienes nos gobernarán a partir del 2017 para cuidar el aire que respiramos y el planeta que nos acogerá a ésta y futuras generaciones. Quedo a la espera de sus ideas, propuestas y comentarios.


  1. http://www.ugr.es/~fgarciac/pdf_color/tema10%20%5BModo%20de%20compatibilidad%5D.pdf, http://jnci.oxfordjournals.org/content/early/2012/03/05/jnci.djs034.abstract
  2. http://ec.europa.eu/growth/sectors/automotive/environment-protection/emissions/index_en.htm
  3. http://www.elcomercio.com/actualidad/quito-produce-millones-dioxido-carbono.html
  4. http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/12/151211_cumbre_clima_paris_cop21_acuerdo_az

One thought on “¿Y EL CAMBIO CLIMÁTICO QUÉ?

  1. Es además ridículo q habiendo gastado sobre los 1.200 millones en la repotenciacion de la refinería de Esmeraldad se siga produciendo combustibles de baja calidad . Por ahora no se puede mejorar las emisiones de los motores porque para ello requerimos combustible de mejor calidad pero talvez en algo ayudaría si pudiéramos ordenar un poco más los temas de circulación de vehículos tanto de transporte como particulares.

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